lunes, 16 de mayo de 2011

Sucedió una mañana (hago Sci-fi tambien)

Como de costumbre me desperté a una hora bastante decente, abrí los ojos, me desperecé a mis anchas y luego de meditarlo un poco… me levanté. Busqué ropa limpia y me fui a ducharme.

Parecía una mañana común y corriente, esas que pasan como aves en el horizonte, lindas pero prescindibles.

No sé por qué pero aún antes de despertar el sueño que estaba teniendo era extraño, tanto así que desperté sobresaltada sin saber por qué. De todas maneras no le di demasiada importancia.

Antes de desayunar encendí la televisión para ver qué había de nuevo y de paso ver si tenía que abrigarme o no.

Para mi asombro encontré algo estáticos a los conductores del primer programa mañanero que sintonicé, como no era el programa que siempre veo sin pensarlo dos veces lo cambié, este segundo intento no resulto mejor que el primero. Los conductores actuaban de manera extraña y demasiado fingida, algo que podría ser la dinámica diaria de estos programas pero al grado que lo habían llevado era demasiado.

¿Qué está pasando?, me pregunté. Tenía que encontrar algún denominador común para este comportamiento que se repetía a su vez en todos los canales.

Antes de aventurarme a conjeturar razoné, por qué me preocupaba algo tan trivial como la extrañeza con la que estaban actuando los conductores de los programas de la mañana, que si vamos al caso son todos horribles.

Simple, la razón por la cual encendí el televisor en primera instancia fue para enterarme lo que estaba pasando antes de salir a la calle, que pasaba si lo que estaba viendo en la pantalla era realmente un reflejo de lo que estaba pasando afuera y al salir me veía presa de esa aparente apatía que rayaba en lo sobre actuado. Tenía que averiguarlo, no podía salir sin antes develar esa interrogante. Pero cómo…

Se me ocurrió llamar a un amigo que era seguro estuviera levantado y como yo desayunando con la televisión ergo no había salido aún. Así lo hice y constate lo peor.

Quién me contestó no era él sino una imagen desvanecida y fría de su voz, de todas maneras lo interrogué fingiendo que estaba todo en orden y simulando una voz mono tónica averigüé que había salido, a comprar café.

Era un hecho, algo estaba pasando y no podía salir a ver qué era lo que estaba convirtiendo a todos en seres cuasi autistas.

Increíblemente todas esas series, historias, películas y libros sobre ataques zombies e invasiones extraterrestres habían servido para algo, de alguna manera me sentía preparada para afrontar lo que parecía ser una especie de invasión del estilo “Body Snatcher” pero que aún no sabía cuál era la vía de “contagio”. Este punto es vital para poder evitar y advertir a quienes aún estaban sin contaminar, aunque luego de tener esos datos no iba a parecer más creíble el llamado de advertencia, pero bueno de eso ya me podía ocupar luego.

Necesitaba visibilidad, cosa que viviendo en un apartamento interior no era factible, tenía que encontrar “ojos”.

Como buena hija del siglo en el que vivo usé cámaras web ubicadas en la ciudad que transmiten en tiempo real, pensar que cuando me comentaron sobre ellas pensé que eran totalmente inútiles (como dice el dicho:”la basura de unos es el oro de otros”)

Hice monitoreo de varios puntos de la ciudad y trate de extrapolarlos con diferentes puntos de la república, para ver si era algo nacional o sólo vernáculo.

Para mi asombró no solamente era nacional sino mundial. ¿Qué hacer? A quién llamar.

Todas estas preguntas me golpearon como un rayo y por extraño que parezca me di cuenta que tengo amigos que no encontrarían absurdo mi planteo, cosa que me hizo ver lo amplio de mi grupo de amistades además de darme cuenta que eran los más adecuados para ayudarme a dilucidar todo aquello.

De inmediato los llamé, para mi asombro y tranquilidad enseguida aceptaron mi teoría e incluso se aventuraron a plantear otras hipótesis.

Luego de empezar una teleconferencia empezamos la investigación, desde nuestras casas hasta saber si era seguro salir o si era seguro tomando qué precauciones.

Al ver varias zonas noté que la gente de traje parecía zombie, al menos tenían más gracia que de costumbre con esa postura de yuppies de los ochenta y los obreros de la construcción no, me costó un poco de tiempo vincular esto. Y ahí cayeron todas las fichas, ¿qué tenían en común los “ejecutivos” con mi amigo y los programas mañaneros que los obreros no ?

El café!

Ahora ya sabía que era seguro salir sólo no podía tomar café, otro paso era ver si era todo el café o solamente alguna marca en particular.

Advertí a todo el que quiso escuchar que no tomaran café, obviamente diciendo que provocaba gastroenterocolitis, cosa más creíble que el hecho de tener propiedades de convertirte en un ser autómata, en algunos no iba a haber diferencia pero en fin.

Usando al mate como único factor espabilante sobreviví al contagio junto con mis amigos y todo el que quiso escuchar.

Aún seguimos sin saber cuál fue el motivo y quién lo provocó, todo lo que sabemos es que nada es casual y el tiempo nos va a mostrar al real enemigo. Mientras tanto seguimos la corriente y nos mantenemos en guardia.

Viva la résistance!

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